Ultramarina

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Corría el año 1984 cuando en la valenciana localidad de Buñol se vivía con intensidad la corriente nuevaolera que llegó a todos los rincones del país. Aquí nace este grupo que, en un primer instante lo conformaron las guitarras acústicas de Domingo Martínez y Pepe Botella, aunque si bien es cierto también desfilaron por la banda otros músicos, concretamente Carlos Ruiz como bajista y un batería, Gonzalo Carrascosa, también conocido por “Peluco”. Este último estuvo en otros grupos de tintes oscuros como Eva Braum o Múltiple Drama, aunque también compaginó su estancia en Ultramarina con 24 Gatos, un grupo de rock clásico.

Domingo y Pepe estuvieron en TV Soviética, anteriormente Neonada y Atentados. Coincidiendo con la marcha del grupo de Manuel Álvarez, se produce el momento en el que cambian las inquietudes musicales de Domingo, optando por alejarse de aquellos sonidos experimentales para que, guitarra acústica en mano, evolucionara hacia otros derroteros. En aquella época, Domingo atravesó momentos de gran creatividad, dejando atrás aquel brote punk que tanto marcó a su generación, para acercarse a un pop trabajado a base de poemas musicados, algo que por aquel entonces ya gustaban en adjetivar como Indie-pop.

Sus influencias venían marcadas por grupos como Aztec Camera, The Smiths, Everything but the girl o Leonard Cohen.

Pero las inquietudes artísticas de Domingo iban más allá de la música, puesto que también era pintor y escritor. No en vano llegó a realizar alguna exposición de su obra, además de crear un fazine literario basado en textos de poetas locales, tales como Francisco Ruiz, Darío Cervera o Rafael Ferrús, entre otros.


Con un local de ensayo de carácter fijo y verdaderas intenciones por consolidar el grupo como tal, empiezan a verse casi a diario, todo ello tras la incorporación de dos piezas clave en la formación, los citados Carlos Ruiz “Charls” (bajo) y Gonzalo Carrascosa “Peluco” (batería). De esta manera preparan un repertorio para dar su primer concierto, que fue en El Nido del Cuco, el local por excelencia del movimiento musical de Buñol. A partir de ese momento, continúan los bolos del grupo, básicamente de ámbito local.

El repertorio inicial fue registrado en una maqueta grabada en estudio titulada ‘Un lugar en el Sol’, compuesta de cinco temas: ‘El final de la escapa’, ‘El mismo enemigo’, ‘Eterna mirada hacia el sur’, ‘Nunca hubieron días felices’ y ‘Un lugar en el Sol’, en la que confluyen creaciones propias del momento que atravesaba en el grupo, junto a temas más encarrilados hacia el Rock y el Rythm’n’Blues que predominaría en Las Cebras, evolución natural de Ultramarina.

Durante los tres años que duró el proyecto Ultramarina, llegaron a registrar dos grabaciones más. La primera, en el mismo local de ensayo que aportaba seis temas, uno de ellos recuperado de su anterior demo: ‘El salto de los peces rojos’, ‘La eterna mirada hacia el sur’, ‘Vámos a morirnos un poco’, ‘Mis pasos’, ‘A cinco días de la ciudad’ y ‘La danza’. Y una segunda, ya a caballo entre Ultramarina y Las Cebras, con tres nuevas composiciones: ‘Canción soporte’, ‘Cristales’ y ‘Un hombre oculto’.

En 1987 Ultramarina ofrece su último concierto, en el mismo lugar donde empezaron, en El Nido del Cuco.

No se puede hablar de disolución de Ultramarina, ya que más bien sufrieron una transformación que hacía tiempo se venía gestando, para convertirse en Las Cebras, con Domingo, Pepe y Peluco como continuadores de la idea, a la que también se incorporarían Arturo de 24 Gatos y Javier de Pelos del Culo.

Redacción NO80s
(Aportaciones: Pepe Botella)

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